Escena que presencié la semana pasada en un supermercado:
Me acerqué a la pescadería. Vi a una de las dependientas muy seria y me extrañó porque suelen ser muy cordiales. Estaba absorta en pensamientos nada agradables.
Sale de dentro una chica de unos 25 años poniéndose el delantal y la dependienta más mayor le dice: ❞𝙊𝙮𝙚, 𝙙𝙞́𝙨𝙚𝙡𝙤 𝙖 𝙩𝙪 𝙢𝙖𝙙𝙧𝙚. 𝙎𝙞 𝙣𝙤 𝙡𝙤 𝙝𝙖𝙘𝙚𝙨 𝙩𝙪́, 𝙡𝙤 𝙝𝙖𝙧𝙚́ 𝙮𝙤. ❞
Pasaba algo grave. La chica entró de nuevo en la trastienda y habló con su madre, la propietaria de la pescadería. No pude evitar oír la conversación mientras me atendía la primera pescadera.
El caso es que un empleado del supermercado se había sobrepasado con ella.
Nada nuevo sobre la capa de la Tierra, aunque estemos en el s XXI y creamos haber avanzado mucho.
Lo que me pregunto es:
- ¿Cómo es posible que todavía alguien crea que tiene la libertad y el poder para abusar de otras personas?
- ¿Por qué la chica guardó silencio como si tuviera ella la culpa de lo sucedido?
- ¿Por qué no se le ocurrió a ella misma denunciarlo a un responsable?
Esto significa que todavía necesitamos más educación en estos temas: hombres y mujeres. Que nos avergüenza ser víctimas, que tememos el conflicto, que no sabemos cómo gestionar el abuso.
Que todavía mantenemos una permisividad e impunidad generalizada que refuerza estas actitudes. Que denunciamos poco.
Pero algo hemos avanzado. Porque por fortuna una compañera:
- Lo vio y no lo aceptó como conducta normalizada.
- La apoyó para que buscara ayuda.
- No miró hacia otro lado para evitarse problemas.
Y este «no mirar a otro lado» de la compañera y apoyar a la joven es la actitud valiente que necesitamos cada día para acabar de una vez por todas con esta cultura.
No sé cómo acabó el incidente. Espero que se tomaran medidas para que no se repita. Pero me fui con un disgusto pensando en lo cerca que tenemos casos como este y la mayoría de las veces no lo sabemos.
Lamentablemente en el entorno laboral pasan estas cosas y nos afectan desde el punto de vista emocional y también de carrera.
Por ello es tan importante tener seguridad en una misma, saber gestionar emocionalmente estas situaciones y reaccionar en el momento para frenar de raíz cualquier intento.
Y actuar cuando la víctima es una compañera -o compañero- y tenemos más capacidad en aquel momento para responder y apoyar.
𝗔𝗰𝗮𝗯𝗮𝗿 𝗰𝗼𝗻 𝗲𝗹 𝗮𝗰𝗼𝘀𝗼 𝗲𝘀 𝘂𝗻 𝘁𝗿𝗮𝗯𝗮𝗷𝗼 𝗰𝗼𝗹𝗲𝗰𝘁𝗶𝘃𝗼. 𝗣𝗿𝗲𝗰𝗶𝘀𝗮𝗺𝗲𝗻𝘁𝗲 𝗲𝗹 𝗮𝗰𝗼𝘀𝗮𝗱𝗼𝗿 𝘀𝗼𝗯𝗿𝗲𝘃𝗶𝘃𝗲 𝗮𝗶𝘀𝗹𝗮𝗻𝗱𝗼 𝗮 𝘀𝘂 𝘃𝗶́𝗰𝘁𝗶𝗺𝗮.