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Buscando el elixir de la seguridad

La seguridad total es un ideal inalcanzable. Sin embargo, es lo que más deseamos para vivir tranquilos.

Si lo concretamos en las relaciones personales, en la comunicación en sociedad y profesional, tenemos que movernos constantemente en entornos cambiantes, personas desconocidas, situaciones exigentes… ¿Quién puede ser tan inconsciente o arrogante para sentir total seguridad en lo que dice y hace?

Los hay. Algunos se creen muy hábiles y están seguros de que su forma de relacionarse es la buena y menosprecian la de los demás. Otros están seguros de sus ideas, de sus conocimientos y capacidades. No se cuestionan nada, no dudan.

Tomás Navarro nos habla del Síndrome del pretencioso: «vendría a ser algo así como el síndrome del impostor, pero al revés.» Es esta persona que se cree con capacidades para realizar tareas o proyectos para los que no está capacitado. ¿Has conocido alguno? Están por doquier.

Pero también tenemos los que dudan de todo, los excesivamente prudentes, los que no confían en sus habilidades, los que están incómodos en cualquier situación fuera de lo habitual. Con síndrome del impostor o no, lo pasan mal, porque ven el mundo y las relaciones como una contienda peligrosa, como una pista directa al fracaso, al ridículo; viven temiendo el pre, el durante y el post.

En todos los años que llevo formado en habilidades hay una respuesta constante cuando pregunto al inicio «¿Qué quieres conseguir?» Seguridad, confianza en mí mismo.

Sin duda, sentir un mínimo de seguridad, de confianza en tus capacidades es necesario para enfrentarte a las situaciones sin bloquearte, sin disminuir tus habilidades a causa del miedo.

Pero un mínimo de inseguridad es necesario también, -además de inevitable para personas en su sano juicio- porque te mantiene en alerta, te fuerza a prepararte y a mejorar, te aleja de la prepotencia, te hace más tolerante.

Quizás, una fórmula ideal sería tener la dosis adecuada de seguridad e inseguridad en cada situación.

A mí, sin duda, no confiar absolutamente en mis conocimientos, capacidades e ideas, me hace aprender cada día y comprender mejor a los demás.

¿Cuál es tu fórmula?

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