Con lo que te ha costado conseguir este puesto ahora no puedes defraudar. Has superado la selección, has pasado la entrevista y te han dado el trabajo. Eres el mejor candidato… en teoría. Porque ahora tienes que demostrarlo en la práctica. La prueba más exigente empieza en el minuto uno de tu primer día de trabajo. Porque ahora quien te examina son tus jefes inmediatos, tus compañeros o, si vas de jefe, los miembros de tu equipo. ¿Cómo puedes hacer una entrada para caer bien?
- Puntualidad. Ser puntual significa llegar con tiempo suficiente para empezar tu tarea a la hora indicada en tu horario. Es decir que a las 9, por ejemplo, tienes que estar ya en la mesa y con el ordenador encendido o en el laboratorio con la bata puesta. No se trata de llegar a las 9 para empezar a las 9:10. Estará muy bien visto que el primer día llegues con bastante antelación para que alguien pueda explicarte cómo funciona todo, donde están las cosas y te presenten a los compañeros. Llegar tarde es un error garrafal. Difícilmente se podrá borrar este patinazo.
- Imagen. La primera impresión es, sobre todo, un impacto visual. Todavía no has abierto la boca y ya te han examinado. Tu capacidad profesional se demostrará más adelante. De momento, ven cómo eres físicamente, cómo vistes, el estilo que desprendes. Si tu tarea no exige uniforme, te recomiendo que te adaptes al máximo al ambiente de la empresa. No es lo mismo trabajar en el sector seguros que en una oenegé. La ropa, el peinado y los complementos tienen que ser adecuados al puesto de trabajo y a la imagen de la marca para la que vas a trabajar. El primer día, evita estridencias, ropa de marca, joyas ostentosas… En general, tendemos a confiar más en lo “normal”, lo estándar o lo parecido a nosotros. Por eso es interesante saber cómo se viste en tu nueva empresa y en tu departamento, para poder mimetizar y empatizar. No quieras dar una excesiva buena imagen. Ir demasiado arreglado puede levantar auténticos muros de envidia y desconfianza. Lo mejor es la pulcritud, la sencillez y la profesionalidad.
- Adopta la actitud de aprendiz. Aunque tengas mucha experiencia en puestos de trabajo similares, es mejor que te muestres prudente. Superiores y compañeros querrán enseñarte cómo va todo y demostrarte su dominio del tema y su experiencia en la casa. No es el momento para presumir de lo mucho que sabes, criticar formas de trabajar o intentar cambiar cosas que “siempre se han hecho así”. A medida que te ganes la confianza y la simpatía de tu entorno, tendrás la oportunidad de opinar, cambiar y proponer. Incluso en el caso de que entres como mando directivo es muy importante transmitir la idea de que eres el último en llegar y que necesitarás aprender mucho de la experiencia de los veteranos. Al fin y al cabo, el equipo puede estar muy consolidado y no te conviene enfrentarte a él desde el primer día por pura arrogancia. Por ello, te convendrá leer el siguiente punto.
- Escucha más que habla. Aunque no lo creas, escuchar es la mejor forma de seducir. Todos tendrán ganas de explicarte anécdotas de su vida en la empresa, o querrán mostrar lo expertos qué son, o te hablarán de jefes y compañeros, empezarán a situarte en el quién es quién en la organización… Es muy importante que tomes nota de todo, no solo de lo que dicen sino de por qué lo dicen. Haz preguntas para animarles a hablar y que te cuenten. Muestra interés en todo. Evita hablar de ti y de tus virtudes a no ser que te pregunten y sé humilde en lo que digas y en cómo lo digas. Si quieres ganarte a alguien, pregúntale cómo lo hace para conseguir cumplir los plazos en tan poco tiempo, envolver los regalos con tan buen gusto o servir el vino con tanta elegancia. Pide consejos y somete tus primeros pasos a la valoración de tus compañeros. Aunque tú estés absolutamente seguro de lo que has hecho bien. Nunca se sabe lo que se puede aprender y harás feliz tus compañeros porque les estás reconociendo su valía y se sienten útiles.
- En los ratos de descanso, aprovecha para ser un espectador del comportamiento humano. Fíjate en cada persona y cómo se relacionan, de qué hablan, que preocupaciones tienen, así podrás después hablarles de lo que les interesa. Podrás observar también quien lidera el grupo; siempre está bien saber dónde está el auténtico poder. Participa en la conversación prudentemente, mejor preguntando que con grandes aportaciones. Y no te quedes al margen. Acompaña al grupo con tu lenguaje corporal. Sonríe y ríe con ellos. No te separes físicamente del corro y no te quedes rezagado si andáis por la calle.